¿Más preparados que un chicharrón? Es cada vez más común ver personajes del medio artístico incorporarse a la política. Por ejemplo, en esta legislatura algunos de los destacados son Cuauhtémoc Blanco, ex futbolista, y Félix Salgado Macedonio, cantante y director, por mencionar algunos.
Desafortunadamente aún se piensa que la popularidad y gran número de seguidores en redes sociales son los únicos requisitos para ocupar un escaño o puesto público, lo cual es falso. Ya lo vimos con estos ejemplos, donde más allá de sus escándalos han evidenciado los abusos de poder y lo limitados que están para ocupar sus puestos.
En el Poder Judicial no se quedan atrás. Ante una elección sin precedentes, varios tuvieron que salir y mostrarse fuera del estereotipo que durante toda la carrera judicial debieron tener. Irónico es que entre más alto el rango, mayor seriedad y credibilidad se tenía. Ahora es todo lo contrario, y son aquellos que aspiran al rango de ministros los que están dando el mayor espectáculo.
Los comunicadores y estrategas de campaña han hecho de todo para posicionar a sus candidatos, que entre los poco más de 800 cargos, nueve boletas y un sinfín de lineamientos impuestos por el Instituto Nacional Electoral que preside Guadalupe Taddei, buscan destacar a sus clientes en este mar de posibilidades, por si fuera poco, también se enfrentan a una bajísima intención del voto, un 10%. Aquí es donde Morena y sus aliados entran al juego.
Los likes o matches en Tinder no sirven. A los candidatos les han vendido la idea de que si las redes sociales hablan de ellos seguramente ganarán votos. ¡Falso! Vean los resultados de la elección pasada. Los panistas de los equipos de Xóchitl Gálvez y Santiago Taboada aseguraban ser los dioses de las redes sociales y por lo tanto se asumían competitivos en la contienda electoral. Al final el resultado fue un balde de agua fría de realidad para los consultores y los encuestadores.
No es un secreto para nadie, mucho menos para esos estrategas que están detrás de los candidatos, que lo realmente importante es el día de la elección, por eso la insistencia desde la presidencia de poder fomentar el voto. Esta reforma es herencia del expresidente Andrés Manuel López Obrador, y Morena no se conforma con llevar a las urnas a los trabajadores del Poder Judicial, buscan que la elección sea un éxito y así refrendar que el “pueblo sabio” fue quien pidió esto desde las campañas de 2024.
Sin duda, Morena y sus aliados moverán a sus bases en toda la República Mexicana y buscarán que muchos de esos casi 36 millones de votos con los que arrasó Claudia Sheinbaum salgan a votar nuevamente.
En cuanto a los aspirantes, estos, en lugar de pagarle a grandes equipos de marketing y jugar a ser políticos, deberían enfocarse en buscar el voto en la calle, aprovechar que no hay distinciones de colores de partidos políticos y poder crear empatías con la ciudadanía. Esa empatía que durante tantos años los mantuvo alejados de la ciudadanía y les jugó en contra al defender el PJF como se conocía.
Mientras el gobierno de Samuel García presume una cruzada ambiental en Nuevo León, la realidad detrás del discurso es otra. Empresas de diversos sectores como el de la construcción enfrentan clausuras sin opciones viables de adaptación, mientras que cientos de millones de pesos fluyen hacia una sola organización civil sin licitaciones ni mecanismos claros de rendición de cuentas. Tal es el caso de Reforestación Extrema, beneficiada con más de 270 millones de pesos, de los cuales al menos 90 terminaron en manos de un grupo familiar ligado a empresas proveedoras. Se trata de un esquema que permite canalizar recursos públicos fuera del control gubernamental, y con incrementos administrativos de hasta 536%, el modelo implementado no sólo socava la confianza pública, sino que ahonda la desigualdad entre quienes cumplen con regulaciones ambientales y quienes lucran con ellas. La crisis ambiental es real, pero utilizarla como excusa para castigar a unos y beneficiar a otros es, cuando menos, una contradicción ética y política insostenible.
En un país donde, según la CONAGUA, que lleva Efraín Morales López, hasta el 40% del agua destinada al uso urbano se pierde por fugas, el desperdicio no solo es ambiental, también es económico. Millones de familias mexicanas pagan mes a mes por un recurso que no consumen, y muchas otras deben cubrir reparaciones causadas por filtraciones invisibles que dañan techos, muros y cimientos. Mientras las autoridades avanzan lentamente en la modernización de la infraestructura hidráulica, existen alternativas inmediatas que pueden hacer una gran diferencia desde el ámbito privado. Tal es el caso de las tuberías Tuboplus de Rotoplas, fabricadas con polipropileno Copolímero Random (PP-R) y unidas por termofusión, lo que garantiza sellos herméticos, resistencia a altas presiones y una vida útil hasta tres veces mayor que los sistemas tradicionales. Este tipo de soluciones tecnológicas se han convertido en aliados estratégicos para quienes buscan eficiencia, durabilidad y ahorro, especialmente en viviendas, hospitales o edificios donde la gestión del agua ya no puede quedar al margen de la realidad hídrica que vivimos.
POR LAURA PUENTE
COLABORADORA
TWITTER: @LAURAPUENTEEN
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